compartir

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites

viernes, 25 de septiembre de 2015

Si digo te quiero, no exagero

Una de esas noches en la que estás acostado y la realidad parece tomarse unas breves vacaciones para dar paso a la activa imaginación, al ver a mi amada a mi lado, me surgió una duda existencial, existencial solo para un loco como yo. Revisando sus cabellos y su boca maldita. Sus curvas únicas y su piel exquisita. Me pregunté rápidamente ¿Por qué un ser perfectamente perfecto estaría con alguien tan perfectamente imperfecto como quien les escribe? ¿Seré capaz de satisfacer sus necesidades? Percibía en lo profundo que ella no era merecedora de algo tan pobre como lo que era yo. ¿Cómo era posible que me quisiera? Muchos dirían que este planteo tenga que ver con mi baja autoestima. Pero estimo que están equivocados. Me quiero tanto como a ella. Y juro que eso es mucho amor. Pensé en echarle al culpa al destino. Pero esa era un respuesta muy barata para pensamiento tan complejo. Casi sin darme cuenta, al salir al patio comprendí todo. Fue al observar la flor más bella de mi jardín. 



Esa margarita superlativa y radiante que era fabulosamente distinta a todas las demás. Entendí al verla que para estar así de hermosa no necesitaba al mejor jardinero del mundo, solo una persona que la quiera, le sea leal y la mime día a día.